Sep7imio: Estoy indignado con las declaraciones del mentirottista de Capp*.
CdL: No basta.
S. : ¿Y qué hay que hacer?
CdL. Hay que reflexionar sobre el sentido de tales afirmaciones, más allá de la anécdota. No son palabras sueltas.
S. ¿A qué se refiere’
CdL. Tengo para mi que son sintómaticas de todo un clima social y cultural que se expresa y reproduce a través de los medios, en este caso los deportivos. Allí Capp* es tratado como un filósofo, como un intelectual del futbol, como una persona que sabe lo que dice y piensa bien.
S. ¡Pero si es un mamarracho!
CdL: Igual que muchos otros que tienen prestigio de intelectuales y dicen o suscriben cosas idénticas ¿Qué le parece si analizamos lo que dijo?
S. Adelante.
CdL. Gracias, m’hijo. Se ve que su novia lo trata bien. Trataré de ser ordenado. El “mentirottista” de toda clase es, ante todo, un impostor. ¿no es cierto?
S. Así es.
CdL. Pero su impostura requiere de la malversación, es decir, de la estafa que consiste en hacer pasar una cosa por la contraria. Esto se despliega en varios niveles. En este caso tres: 1) la politización o ideologización del futbol como deporte; 2) la manipulación y alteración deliberada de valores; 3) la mala conciencia
S. Vaya despacio, que estoy tomando nota.
CdL. En primer lugar, la politización o ideologización es grave por sí misma. El fútbol, como deporte, no es de derecha ni de izquierda. La maniobra busca confundir la práctica deportiva con el espectáculo y note usted lo que hace Capp*: interpreta el deporte en cuanto tal en términos ideológicos y, paradójicamente, relativiza o exculpa la manipulación del espectáculo por una dictadura. Así, por ejemplo, se dice que Bilardo o Zubeldía son típicamente de derecha por su estilo de juego, pero que Menotti es de izquierda, aun habiendo sido cómplice del Proceso. La culpa de Menott* se proyecta, entonces, sobre los inocentes, invirtiendo completamente las cosas.
S. Es grave.
CdL. Por otro lado, izquierda y derecha son nociones extra-futbolísticas, que proceden del campo de la política y su aplicación a un deporte es un sofisma barato. Tales nociones, además, ya resultan bastante confusas e inoperantes en la política misma. Por ejemplo, “ser” de izquierda puede ser una manera de “estar” a la derecha y viceversa, según donde y respecto de qué se aplique. El planteo es esquemáticamente es binario o maniqueo. A lo cual de agrega que, para Capp*, izquierda es sinónimo de lo bello, lo bueno y lo verdadero, mientras que derecha lo es de todo lo contrario. Su idea de la izquierda es abstracta y ahistórica. Es la izquierda angélical, se dría. E ignorante. La izquierda irreal, sin stalinismo ni gulag, sin Pol-polt ni Revolución Cultural, sin atletas dopados y aterrorizados por la KGB, sin manipulación de las masas por medio del deporte. Es la izquierda del alma bella, pura, inmaculada, que se cree depositaria de los valores más dignos de la humanidad a costa de cerrar los ojos, negar y seguir siendo cómplice de todas estas aberraciones.
S. Pero también es un planteo sectario.
CdL. Por supuesto, Sep7imio. Sectario, irresponsable y ofensivo tanto para la gente de izquierda como para los que no se identifican con esas ideas. Al decir que el futbol históricamente practicado por estudiantes es típicamente de derecha, Capp* ofende a todos los socialistas, comunistas y simpatizantes de las más diversas corrientes de izquierda que son hinchas de nuestro club. Reivindica, en síntesis, a Menotti y el Mundial del 78 y ofende la memoria de miles de platense desaparecidos. Pero no sólo ofende a este sector.
S. ¿Cómo?
CdL: Clar*, ofende también a la gente de derecha o centro-derecha que no tiene por qué cargar con el fardo de la dictadura procesista. A muchos peronistas, a los liberales, a números radicales que no se consideran de izquierda, ya sean de Estudiantes o de Huracán, diciéndoles que el verdadero fútbol es de izquierda, mientras que el fútbol acorde con ellos sólo es especulación, búsqueda de ganancia y destrucción. Patéticamente, quiere hacer creer que todos los hinchas de Huracán han sido siempre socialistas o comunistas y, en cambio, los de Estudiantes, ultraderechistas, católicos nacionalistas, fascistas, etc. Una mentira escandalosa, fundamentalista y discriminatoria, ya que para Capp* todo lo que no es de izquierda –su peculiar izquierda- está del lado del mal absoluto. Así ofende también a los jugadores de Huracán que hoy juegan en Estudiantes, a Andujar, a Cellay, a Sánchez Prete, tildándolos indirectamente de fachos o cómplices de la derecha encarnada en Estudiantes.
S. Es un caradura.
CdL: Pero debemos decir también que es tan tonto hablar de fútbol de izquierda y de derecha como de matemática o astronomía de izquierda y derecha. ¿Qué pensaría usted, Septimio, si le vinieran a hablar de básquet reaccionario, vóley progresista? Pero no faltan tontos como Capp* que chamuyan tales sandeces y, para colmo, cuenta con un público.
S. Politología de baratija, sociología de saldo…
CdL. Pero la malversación no se termina allí. Como frutilla del postre, los valores que rescata Cappa , como propios de la izquierda, son todos tradicionalmente de derecha. Lo digo en términos históricos, sin que esto implique ninguna descalificación. Estos valores son el genio, la aristocracia de la naturaleza, el juego desinteresado, la emoción. En cambio, valores tradicionales de la cultura de izquierda son el trabajo, el igualitarismo, la solidaridad.
S. Capp* habla de los equipos de derecha son los que especulan y sólo quieran ganar.
CdL: Querer ganar le cabe por igual al burgués como al obrero. Pero esta moral “plebeya” no se condice con la ética del Señor del Fútbol, como lo llaman. El Señor es un noble y los valores que rescata Cappa no sólo no son de izquierda, ni siquiera son burgueses o liberales. Son valores aristocráticos y ultramontanos. Al Señor, que es un príncipe o un conde, el dinero le parece corrupto, un negocio, asunto de comerciantes judíos o individuos materialista. Es una preocupación indigna, aunque no deje de cobrar como DT y por dar entrevistas. Su discurso destila es el asco aristocratizante por los bienes terrenales. Desprecia a la burguesía con la misma intensidad con que desprecia, sin confesarlo, a los obreros que trabajan para ganar dinero. Su ideología, aunque no lo sabe bien, representa exactamente lo contrario de lo predica.
S. En suma, un impostor.
CdL. Así es, Septimio. De los de la peor calaña, esto es, de aquellos que pretenden dignificar sus miserias personales apelando a causas nobles. El grado más bajo de la perversión moral, arraigada en el establishment del bienspensantismo de Olé o Fútbol de Primera. Pero nuestra vida política está llena de esta clase de tipos sin escrúpulos ni pudor que han descubierto que se puede lucrar con el hambre, el medio ambiente, los derechos humanos, etc.
S. Me dan ganas de llevar un cartel domingo contra Huracán. Algo que diga, por ejemplo: “Capp* El futbol es deporte, no ideología. Basta de mentir”.
CdL: No es mala idea. Piénselo, Se7imio. Busque una buena formulación y chárlelo con los parroquianos. Ahora sepa disculparme, pero debo irme. Nos vemos mañana o pasado.
lunes, 4 de mayo de 2009
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